El propósito de este artículo es desmontar mediante una simple recopilación de datos y repaso histórico dos mantras que se han repetido en las últimas semanas, conforme se complicaban las negociaciones de la antigua troika con Grecia y el referéndum heleno del 5 de julio pasado. Estos dos mantras repetidos en diferentes versiones: 1) El mito, como explicábamos aquí o se recordaba aquí, de que las deudas soberanas siempre se pagan, y; 2) Los Estados “serios” del Norte de Europa siempre han honrado ejemplarmente su deuda, frente a los indisciplinados del Sur continental, más proclives ellos al incumplimiento.
Ambos factores harían injustificada cualquier posibilidad de reestructuración ni quita de deuda pública como ahora se plantea con Grecia. Sin embargo, baste un mero repaso a los datos recopilados por Carmen Reinhart [1] para un período histórico desde el año 1800 hasta la actualidad, para ver la extrema falsedad de estas dos afirmaciones.
La deuda es simplemente el resultado de un crédito concedido con un compromiso de pago futuro. Este depende de la generación futura de ingresos, que obviamente está sujeta a incertidumbre, y por tanto a riesgo. La evaluación de dicho riesgo puede ser más o menos afortunada para el acreedor, pero el riesgo de crédito siempre existe y en ocasiones se materializa por diferentes causas. De hecho, en el ámbito privado diariamente se dan multitud de episodios de impago, default, quitas y reestructuraciones de deuda ante la imposibilidad de generar flujos de ingresos por parte del deudor.


En el caso de deuda pública, el flujo de ingresos está condicionado a la generación de ingresos públicos, fundamentalmente vía impuestos. Pese a contar con estas fuentes de generación de ingresos también se pueden producir dificultades de reembolso, que se traducen en impagos que, como veremos a continuación, son episodios relativamente frecuentes en las economías capitalistas, tanto desarrolladas como en desarrollo, si se considera una perspectiva histórica amplia, no limitada a la última década. Un ejemplo de esta miopía es suponer que Grecia es un caso aislado y anómalo respecto al resto países europeos. No lo es en absoluto en perspectivas histórica. Veamos.
Desde el citado año 1800, Grecia ha tenido un total de 6 episodios impago o reestructuración de deuda soberana, de lo que 5 de ellos fueron defaults de deuda soberana externa y 1 de deuda soberana interna. Pero tal cifra, como se puede observar en la siguiente figura, no es muy distinta de la de Alemania, que tuvo 5 episodios de impago o reestructuración de su deuda pública en los últimos 200 años y de los que 4 fueron de deuda externa. Entre los países europeos, actualmente en la eurozona, el que más episodios de impago o reestructuración ha tenido en los últimos 200 ha sido Austria con 8 episodios, de los que 7 de ellos fueron de default de su deuda externa.
Lejos del número de episodios de impago de Alemania, España, Grecia o Austria, se encuentran países como Italia y Francia con sólo 3 episodios y 1 respectivamente:




Alemania o Austria tienen un historial de impagos y reestructuraciones de deuda similares al de Grecia. Un repaso Figura-1-1024x669

Si observamos un período de tiempo más reciente, en el último siglo el número de años en impago o reestructuración de deuda soberana son 33 en el caso de Grecia. No obstante, es necesario destacar que los siguientes en la lista de número de años en default son Alemania y Austria, con 22 y 18 años respectivamente, como muestra el gráfico a continuación: