Las luces y las sombras

Lo mejor y lo peor, lo que me anima o me inquieta.
Cada día que salgo de casa me llevo en mis “bolsillos” un cariño de madrugada, un beso de despedida, un abrazo que marca el reencuentro.
Y me entrego al exterior. Media vida fuera. Lugares agresivos, confrontantes, ajenos…
A veces integrantes, y otros remotos. Hablo, escucho, comparto, disiento, discuto, admito o rechazo. Y termina el eterno conflicto diario.
Vuelvo, despejo dudas y temores. Me acerco a mi hogar. Me asigno al saludo, me reencuentro en el abrazo, me espera el beso. Y el día languidece tal y como empezó.
En la confluencia que anima a empezar de nuevo día a día…