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El rito
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El rito
Huyana (Lluvia que cae) estaba aterrorizado, pero trataba por todos los medios de que no se le notara. Recién cumplidos doce inviernos debía cumplir el rito exigido por su pueblo para demostrar su valor.
Es tradición cherokee que se pase la prueba por la cual los jóvenes de la tribu pasan a ser considerados hombres.
Acompañado solo por su padre se adentró en el bosque. Tanteando los troncos de los árboles escogió el que le pareció más robusto. Se sentó a su lado y se cubrió los ojos con una gruesa tela cuando la noche dio sus primeros síntomas de presencia. No veía absolutamente nada, solo oyó a su padre decirle:
-Recuerda hijo, no debes moverte de aquí hasta que sientas el calor del Sol en tu rostro. Entonces podrás quitarte la venda y volver a casa. Y recuerda, no podrás contar nada de lo que te suceda esta noche, pues cada joven debe sentir su propia experiencia. La que te llevará a convertirte en hombre de valor y digno guerrero.
Y entonces, solo por un instante, todo fue silencio. Pero poco a poco sentía inquietantes presencias. El viento que ruge. Ruido de pasos. Gritos lejanos que parecían acercarse. Bestias salvajes rondando a su alrededor, lobos que aúllan, o quizás algún humano que quiere hacerle daño. El miedo se hizo pánico y acurrucado junto al árbol protector las horas fueron pasando.
Escucha el viento soplar y la hierba crujir, sentado estoicamente en el tronco, sin quitarse la venda. Ya que es la única manera en que puede llegar a ser un hombre.
Por último, después de esa horrible noche, aparece el sol y el niño se quita la venda… es entonces cuando descubre a su padre sentado junto a él.
Su padre no se ha ido, ha velado toda la noche en silencio, sentado en un tronco para proteger a su hijo del peligro sin que él se dé cuenta.
De la misma forma, nosotros nunca estamos solos. Aún cuando no podamos verlo, en medio de las oscuridades de la vida. Alguien, de este mundo o cualquier otro, está a nuestro lado, velando por nosotros, sentado en un tronco cercano.
Es tradición cherokee que se pase la prueba por la cual los jóvenes de la tribu pasan a ser considerados hombres.
Acompañado solo por su padre se adentró en el bosque. Tanteando los troncos de los árboles escogió el que le pareció más robusto. Se sentó a su lado y se cubrió los ojos con una gruesa tela cuando la noche dio sus primeros síntomas de presencia. No veía absolutamente nada, solo oyó a su padre decirle:
-Recuerda hijo, no debes moverte de aquí hasta que sientas el calor del Sol en tu rostro. Entonces podrás quitarte la venda y volver a casa. Y recuerda, no podrás contar nada de lo que te suceda esta noche, pues cada joven debe sentir su propia experiencia. La que te llevará a convertirte en hombre de valor y digno guerrero.
Y entonces, solo por un instante, todo fue silencio. Pero poco a poco sentía inquietantes presencias. El viento que ruge. Ruido de pasos. Gritos lejanos que parecían acercarse. Bestias salvajes rondando a su alrededor, lobos que aúllan, o quizás algún humano que quiere hacerle daño. El miedo se hizo pánico y acurrucado junto al árbol protector las horas fueron pasando.
Escucha el viento soplar y la hierba crujir, sentado estoicamente en el tronco, sin quitarse la venda. Ya que es la única manera en que puede llegar a ser un hombre.
Por último, después de esa horrible noche, aparece el sol y el niño se quita la venda… es entonces cuando descubre a su padre sentado junto a él.
Su padre no se ha ido, ha velado toda la noche en silencio, sentado en un tronco para proteger a su hijo del peligro sin que él se dé cuenta.
De la misma forma, nosotros nunca estamos solos. Aún cuando no podamos verlo, en medio de las oscuridades de la vida. Alguien, de este mundo o cualquier otro, está a nuestro lado, velando por nosotros, sentado en un tronco cercano.
Atamar
De paso- Cantidad de envíos : 54
Fecha de inscripción : 30/04/2014
Re: El rito
Es un relato muy tierno.
Yeira
De la casa- Cantidad de envíos : 15976
Fecha de inscripción : 03/10/2008
Localización : Madrid
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