La ingeniería social y la ficción de una disrupción a la derecha

RIGA (LETONIA) 24/04/2015.- (i-d) El presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, y el secretario general del Consejo Europeo, Carsten Pillath, posan para una foto de familia durante la reunión de los ministros de Economía y Finanzas de la Unión Europea (UE) en el Ecofin que se celebra en Riga (Letonia) hoy, viernes 24 de abril de 2015. EFE/Valda Kalnina.


La operación Ciudadanos es probablemente la mayor acción de ingeniería social que se haya llevado a cabo en la España democrática. UCD mediante.
Entender a la Ingeniería Social como un conjunto de técnicas vinculadas al campo de la manipulación y engaño informático es limitar sus orígenes.
Retrocedamos un poco.
La idea central de la ingeniería gerencial del los albores del siglo XX era que no había en las industrias una función "social" paralela a la de los conocimientos técnicos. Algo así como lo que en la actualidad se llama Gerencia de personal o Recursos humanos.
La cuestión de tratar con los seres humanos. La resolución de problemas dentro del lugar de trabajo. Estas actividades se convirtieron en importantes para las empresas privadas. Tanto como la utilización óptima de materiales y maquinarias en términos de eficiencia y rentabilidad. Se comenzaron a considerar los factores de motivación y lealtad entre los trabajadores y entre estos y la dirección. En definitiva mejorar el beneficio.

Algunos sugieren que el origen del término está en el concepto de filantropía. Así fue entendido por los pensadores genuinamente liberales de la segunda mitad del siglo XIX. Estos en la tentativa de construir "ingenieros sociales" los pensaron como un grupo especializado de "intermediarios racionales" entre el capital y el trabajo.
Sin embargo para la década del 30 y 40 del siglo XX, el término había caído en desuso en la mayoría de los países.
A partir de esa especialización se generalizó la percepción que la "ingeniería social" puede ser usada como una técnica o método para lograr una variedad de resultados.
La ingeniería social deja de ser un método para implementar la solución de problemas sociales tales como la pobreza y se transforma en un método de manipular la población. La era de los medios de comunicación masivos lo permitieron.
La discusión acerca de la posibilidad de crear métodos para tal manipulación se hizo especialmente relevante a partir de la emergencia del nazismo. Con él se inició el uso masivo por el estado y otros de técnicas modernas de propaganda.
Esta cuestión aún tiene relevancia. Los estados totalitarios han hecho uso de estas técnicas de programación social.
El desarrollo de la propaganda como método de control de la opinión pública se origina en el trabajo de Edward Bernays. Uno de los padres de las Relaciones Públicas.

Para conocer a este personaje sólo baste conocer que sentía que el buen juicio democrático del público "no era confiable… así que "deben ser guiados desde arriba". ¿Les suena?
De tal modo introduce el concepto de “engineering of consent”. Sería como hacer ingenieria de consenso. Bernays lo define como el arte de manipular a las personas.
Específicamente el público norteamericano es descrito como "fundamentalmente irracionales… que no son confiables".
Este consultor mantenía que la totalidad de la población, es indisciplinada o carece de principios morales o capacidad intelectual y son vulnerables a influencias inconscientes y por lo tanto susceptibles a desear cosas que no necesitan, lo que se logra a través de ligar esas ideas y productos que están siendo promovidas a deseos subconscientes.

En buena medida el paradigma del consumismo y del egoísmo en la obtención del beneficio económico ha calado hondo en las prácticas sociales de la denominada “Sociedad del Bienestar”. En su transcurso unos y otros nos timaron.
Es así que pocos se percatan que las conductas colectivas solidarias afloran durante las épocas de estrecheces. Épocas en las que surgen los “indignados”.
A la indignación le debemos este resurgir del deseo colectivo de una regeneración ética. Desde allí se inicia el proceso disruptivo.
Podemos se adelanta y asume la necesidad instrumental del 15M.
Ciudadanos es la respuesta a Podemos. No a la regeneración ética. Tampoco a la disrupción.

De manera parecida en ambos casos se trata de influir en la dirección del voto a través de promesas. En un caso más éticas que materiales. En el otro más materiales que éticas.
Esta modalidad de técnicas de influencia no les ha venido fallando hasta ahora. Como tampoco les fallan a los timadores en las Redes Sociales. Trabajan con el egoísmo de los individuos.
La irrelevancia de una buena parte de las propuestas políticas que se escuchan hoy son parapetos que esconden una gran mezquindad.
Suelen basarse más en el “tener” que en el “ser”. En su particular metalenguaje se apela a la avaricia de los electores. Por ello es posible ver islas de enormes concentraciones de riqueza en medio de océanos de exclusión.
Este es el escenario social al que nos dirigimos.

Resulta curiosa para los no advertidos de las técnicas de ingeniería social la aceptación o pasividad con la que estas mayorías acatan fatalmente ese destino.
Esto parecería responder no precisamente al logro de un ser humano mejor. En aplicar el sentido más humanista de la política. En el que los valores espirituales le ofreciesen a las personas un sentido más elevado a su vida.
Por caso. Si tomásemos a la Sanidad. Entonces tendríamos que su nuevo modelo sólo adoptará los avances en ese campo científico para unos pocos que dispondrían de los medios suficientes para afrontar su coste. Hablaríamos de un coste económico en contraposición a un coste social.

Nadie parece enfadarse por esto. Más allá claro de las Mareas Blancas.
La política que está definiendo la crisis del Mediterráneo es otro caso a considerar. No hay solidaridad. En alguna medida es evadir la responsabilidad por haber intervenido de manera inapropiada en la desestabilización de la región. O haber empobrecido al África Subsahariana luego de sucesivas etapas de colonialismo.
Europa responde con la misma sensibilidad a los miles de muertos que se hunden en el mar. Con la misma actitud que los estados totalitarios e imperialistas llevaron a cabo en acciones que desembocaron en crisis y exterminios.
Libertad y libremercado no necesariamente representan al mismo modelo de sociedad. La deslocalización de la producción se ha venido aplicando con generoso entusiasmo. La explotación de las fuentes de recursos igualmente. Eso no es libertad.
Pretender que tenemos algún derecho en “proteger nuestras fronteras” de los emigrantes. Eso es cuanto menos una mezquina manera de entender los resultados históricos de nuestros actos.
La emigración ya está adquiriendo diversos orígenes. No son sólo económicos. También son políticos o religiosos. No puede pretenderse su control con buques de guerra.

La programación social que se pretende para nuestro futuro se asienta sobre visiones del mundo en el que tal vez no deseemos vivir. La derecha no tiene pensado generar una disrupción.
Por ello quizá la posibilidad de oponer resistencia a esa ingeniería social sea factible hoy.
El futuro próximo tal vez nos acorrale aún más las garantías. Los derechos. Las libertades.

Pasemos de la aceptación a la acción. Construyamos un escenario más humanista.
O dejemos que nos marquen la piel con la señal de la derrota.


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