Una petición importante

Recuerdo del primer mensaje :

La luna pide su momento y extiende con cuidado, cada noche, su quitón negro salpicado de mil gotas del luminiscente mercurio que insinúa los orígenes de la vida y los misterios de su ausencia. Ya la luna camina silente, recorre resignada el camino de su destino y muestra u oculta su rostro de jaspe dálmata para deleite de noctámbulos.

La observo condescendiente desde mi infancia, me maravilla su hiato en el trasiego diario; su invitación al descanso, al pecado, a los placeres vetados; su abrupta ruptura con el veto diáfano al pensamiento, a la imaginación, al sueño.

Durante años me he sentido insignificante y lo soy en comparación con una sola de esas motas del nocturno tamo célico. Durante años he sabido que carecería del recurrente e inevitable sino prometeico del satélite defensor de soñadores y ladrones.

Y, sin embargo, a tu lado, he sentido que podría tomar con mis manos por clámide un jirón entero de estrellas plateadas y cabalgar contigo hasta los confines del universo para mostrarte los misterios que ni siquiera los profetas entienden.

Pero he pasado meses caminando en busca de atardeceres que dieran paso a mis noches a tu lado, y estaba solo, me sentía así, completamente solo. He recolectado ocasos cerúleos, anaranjados, broncíneos, dorados y de rosa pastel que he guardado en mi recuerdo para describirte con todo lujo de detalles. Aunque no los buscaba a ellos, te buscaba a ti sin encontrarte: en el mar Arábigo, en el estrecho de Bengala, en el mar de Filipinas, entre los Himalayas, sobre las llanuras centrales índicas, bajo los médanos rajastaníes, en los templos confucionistas o en los fuertes mogoles. Y no te encontré.

Me desvié de tu camino sin entender que esas vías que se bifurcaban en sendas cada vez más alejadas me separaban de ti y no tenían por destino otro que el de mi soledad. Ahora lo entiendo, me siento bajo la tenue luz de la luna y lo comprendo todo. La luna, las estrellas y el universo, mi universo entero, se concentran en tu corazón si es mío. Por eso, tras esperar pacientemente unas semanas, te lo pido de nuevo, con franqueza, con ternura, con sinceridad, con un amor profundo que escapa al entendimiento profano:

Déjame volver a ser tu hombre, tu alma gemela, el corazón que se complemente con el tuyo entretejido en un lazo de complicidad y confianza, el alma que se funda con tu ser, tu novio…

Benemi, en referencia a lo que dices y en mi caso concreto... Te responderé con un soneto de Quevedo que sé que Yeira adora...

Tienes razón Deckard...adoro a Quevedo y a ese soneto...


"Su cuerpo dejarán, no su cuidado;
Serán cenizas, mas tendrán sentido;
Polvo serán, mas polvo enamorado."

Yeira...

TE AMO...